jueves, 6 de marzo de 2008

Qué chingón es cumplir 39 y retozar entre discos

El Dios-alcohol nos transporta a otras dimensiones y sólo pide en sacrificio una doncella-neurona

Por Aguas Lodosas

Aquel día convocaba El Holgazán a su aniversario 39. Vivía en aquel entonces con su cuate el Roberto, atrás de una de las entradas-salida de la estación Sevilla del metro, creo que ya es la colonia Condesa.

Y toda la banda de petróleos, sabedores que habría chinguere a discreción, pues alrededor de las 10 u 11 de la noche el depa del Robert ya estaba hasta la madre de bebedores empedernidos, tales como El Chuchuleco, El Divino Maestro, El Alan, El Canalla, El Gonzo, El Cruz de Olvido, El Torito, su servilleta y otros más para festejar al inefable Holgazán.

Y mientras se escuchaba rock con rolitas de la Bruja Cósmica, los Stones y otros, el alcohol iba inundando nuestras venas, la música subía de volumen, las botanas inflaban nuestro abdomen y se parlaba acalorado de cualquier pinche tópico.

No sé si el festejado se compró en exclusiva para él algún pomo adulterado en Tepis para agarrar la briaga de su vida, el chiste es que a las primeras de cambio ya andaba todo despeinado y malfajado, ya se le entendía poco lo que hablaba, quitaba y ponía discos aunque no hubiéramos escuchado una sola rola completa, la mirada se le extraviaba y los pies se le enredaban.
Entraba y salía del cuarto donde se hallaba el stéreo, se dirigía a sus invitados para ya no se le entendía ni madres, y apenas había pasado poco más de una hora de pachanga reporteril.

En una de esas entradas y salidas que lo terminaron de marear, al querer tomar un disco más del disquero tiró un madral de CDs, se rompieron cajas y se hizo un reguero de compactos y al querer levantarlos se fue de bruces, le quisimos ayudar a ponerse en pie pues ya andaba hasta el tronco, pero el pinche terco rechazaba la ayuda, y al querer ponerse de pie sólo se patinaba entre los discos.

Con dificultad se levantó, pero para entonces ya no se le entendía nada de lo que balbuceaba y los ojos por momentos los ponía en blanco, pero no se sentaba y seguía dando vueltas a lo g üey y en una de esas tiró otro bonche de discos y él también cayó sobre ellos para ya no levantarse o sepa la chingada que haría.

El chiste es que ahora me pregunto si el 39 aniversario que festejábamos era de su existencia, o cumplía 39 años de andar de pedo. Quizá ni él hasta la fecha lo sepa. ¡Salucita mano!

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