jueves, 20 de marzo de 2008

Panchucho

El Dios-alcohol nos transporta a otras dimensiones y sólo pide en sacrificio una doncella-neurona

Cuchoelroto

Conocí al Francisco de Jesús Sinnombre en una esquina de Garibaldi, allá por los noventa. El que escribe trabajaba en el Salón Q; sí ese mero, el que está sobre Reforma y que ahora es un muladar que nadie quiere comprar. Ser mesero no es tan matado, y menos cuando lo haces en un antro/bar/salón de baile. Siempre tendrás un trago que aligere la noche.

Para llegar a la Plaza de los mariachis, hay que pasar por las callejuelas de miseria que la rodean. Allí siempre encontraba a ese cabrón de tres dientes conocido como Pancho de Jesús, medio loco, medio chamán, adivinador de oficio y brujo venido a menos. Dicen los que lo conocieron que hizo tanto daño que "el mal se le regresó de un jalón", de pronto, cuentan dejó de adivinar y le entró al chínguere. Se perdió y lo perdió todo.

Era buen cuate, ese Panchucho. Aunque ya en ese momento empezaba a desvariar. Uno lo podía ver cual Quijote envilecido: peleaba con la nada. Lanzaba cacayacas a la menor provocación, era pedo hasta decir "ya ni la chingas".

Bailaba sin cesar —como el "Corazón Alegre" de Remi— alrededor de una botella vacia y pedía coperacha "pa' la pomada pa' los raspones". Rengueaba por las multiples caídas, madrizas y/o atropellamientos sufridos en la lateral de Lázaro Cárdenas.

Mira si era un hijito de su puta madre, una noche cuando llevaba del brazo a una susodicha, me franqueó el paso con una rosa rota y la ofreció "para su noviecita, que no se parece a la de ayer". Acto seguido la muchacha se hizo la digna y me dijo que no seseaba ver cuánto la podía querer. Es decir me mandó a la rechingada, que, sospecho, estará muy lejos. No llegué nunca, me perdí.

Sorprendido y con la boca y bragueta abierta le menté la madre, a lo que respondió con una sonrisa estúpida y mirada calmuda: "¿Tons qué, mochate no?". Le extendí una botella medio vacía de tequila y le menté su madre.

Encontré a mis parnas (camaradas pal que no sepa) y bebimos hasta la mañana. Ya muy pedos —medio deslumbrados por los destellos de las botonaduras de los charros— algo nos despertó, era la voz del Panchucho, quien atormentaba a otros junto a nosotros; lo miraban entre absortos y divertidos. Les recitaba una especie de oración/relato:

"He caminado por mares de alcohol sin mojarme demasiado. Y he convertido el agua (de colonia) en vino. He luchado contra demonios de bocas humeantes (ay nanita). Satanás ha querido tentarme (pinche joto) con mujeres de todo tipo; las he poseído con media botella de tequila de por medio, (la otra mitad la lamo de su piel y sus coños).

Me crucificaron porque predije que el reino de los cielos estába muy cerca. No, no me llamo Pancho, ni Jesús, ni siquiera Chucho. Soy Panchucho, así me dicen mis cuates de Garibaldi y los del anexo".

Juro que así pasó, eso decía. Y me acordé de ese cabrón porque hoy me enteré qué lo mataron; lo tasajearon 20 veces. Cosa curiosa, lo torcieron con una botella de wiski, barato pero wiski al fin; ah y unos cuantos billetes. Chale ya lo dice el Haragán: "se los hubiera dado yo..."

1 comentario:

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