martes, 4 de marzo de 2008

De aquí no me muevo...

El Dios-alcohol nos transporta a otras dimensiones y sólo pide en sacrificio una doncella-neurona

Cuchoelroto
La caverna de la botella me indicó el inicio del infierno. Lo borroso de su cristal desfiguró la imagen de la muchacha —francamente horrenda—, la observé por un momento como si estuviera viéndola del otro lado de un aparador.
Mira nada más, tú tan selecto cabrón, cómo es que llegaste hasta aquí, escuché a la voz en mi cabeza. Pero si tú, qué horas traes wey, escupí. El cuerpo yacía en la alfombra, el cuarto apestaba a raidmatabichos y a pólvora recién horneada. Parecía dormida, como bruja de leyenda. Tenía una cicatriz de cuento de Benedetti. Sus últimas palabras me hicieron reir. Pensé: mira quién chingó a su madre.
La botella cayó de mi mano.
Afuera tocan. De aquí no me muevo. Que abran ellos si quieren.
Clávate puratintapura.blogspot

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