jueves, 21 de febrero de 2008

Chín Chún Chán


Por Jacinto Cenobio

Aquella fría mañana el Chín Chún Chán se había despertado en su viejo catre con una espantosa cruda de alcohol, mota y chochos, en la boca sentía el sabor espeso que deja un pasón multidrogas.
Abrió los parpados y quería no ser él, era como un alma en el purgatorio, revolcándose en su jugo rancio, pestilente a mota. Llevaba dos días sin bañarse y el pelo parecía embadurnado en miel. Las moscas preferían hurgar en la basura que en la humanidad del Chín…
Se levantó y quiso tomar agua. “¿Pero y si me carga la chingada? No mejor al rato compro una anforita de plástico de León Negro”. Que no era otra cosa que alcohol barato que entre la banda llamamos “mataratas”.
Se puso un raído short y su tenis viejos, cruzó el patio entre tendederos y perros famélicos. Se inclinó ante el lavadero y de la pileta sacó agua con una jícara y se empapó la cabeza y la cara, algunas gotas de agua fría escurrieron por su espina dorsal y sintió calosfríos que hicieron renegar de sus excesos. “¡Puta madre, me pasé de tocho!” Refunfuñó temblando.
Poco sabíamos de la vida del Chín Chún Chán, ignorábamos si era casado, divorciado, viudo o soltero, Su edad rondaba entre los 28 y 30 abriles. Era delgado, de estatura regular, tez morena y unas marcadas ojeras, propias de quienes llevan una vida desenfrenada.
Aquel día no sabía pa’donde jalar, al cuartucho del Pantera, al del Pericocha o a la calle Hidalgo, en Tizapán, o ver si encontraba a alguien en las privadas de Loreto, en cualquiera de estos lares sabía le ofrecerían una bacha, una chela o un tanguarnís para capotear la pinche cruda que le helaba las tripas.
Del rumbo del Pedregal de Santo Domingo se enfiló hacía Loreto caminando pues no traía ni un clavo en el bolsillo del mugroso pantalón de mezcla. Llegando a Loreto sólo encontró al Cacay, otro cábula que le encantaba el vicio y el desmadre. “Que tranza güey, bienes bien jodido”, le dijo éste. “Sí cabrón, anoche me puse hasta la madre y ando de la chingada, cúrala no”.
-“Chale, no mames sólo me alcanza para una chelita”.
-“No importa güey, aliviana al erizo”.
-“Hijo de tu pinche madre, hasta cuando vas a entender. Hora, vamos con El Vecino para que te la cures”.
-“Chido cabrón, luego yo te aliviano”.
-“!Qué me vas a alivianar tú, cabrón atascado!”
-“Oye no traes una pinche bachita para completar mi aliviane”.
-“Chale, todo quieres. No, no tengo, pero vamos a ver al Pericocha, ese cabrón sí está cargado de café, ahorita le caemos”.
Camellaron hacia la vecindad del Peri, por Altamirano frente a la fábrica de papel, que más arriba se convierte en la Ferrocarril, pasando la 2 de Abril se hallaba la covacha del Peri, donde le caían toda la broza de pachecos, chemos o chocolateros. El cielo era turbio, nubes grises asomaban detrás de la sierra del Ajusco, la escarchita se hacía sentir y hacía más gélido el panorama del Chín Chún Chán.
Le chiflaron al Peri y no tardó en asomarse con los cachetes inflados por el humo del café. Les hizo una seña con el brazo para que pasaran.
“Mira ese cabrón ya le está poniendo y uno sufriendo por una bachita”, dijo el Chín…
“Te dije que está cargado, hace poco compró el guato, haber si se discute”, contestó El Cacay.
“El humo de olorosos cigarrillos en espirales se elevaba al cielo…! Diría el recordado poeta Guillermo Aguirre, ese de El brindis del bohemio.
“Ohh ya vienen a chingar tan temprano pinches putos”, Dijo El Pericocha, sentado en un desvencijado sillón.
“Chale güey, no se pase de lanza, todavía que lo venimos a acompañar”.
“Mejor sáquense a la chingada, tan bien que estaba”.
El Cacay sólo emitió una leve carcajada y al Chín… se le quemaban las habas por darse un jalón de mostaza, y le dijo.
“Ya culero, corre un toque”. Le replicaba el Chín… mientras le daba una patadita en la planta de los pies.
El Peri sólo se le quedó viendo unos segundos, sonrió y le extendió la mano con el humeante churro de papel arroz.
El crudelio tomó con delicadeza el pitillo, lo acercó a los labios, cerró los parpados, aspiró profundo y sintió que se elevaba sobre la podredumbre que lo asfixiaba y lo reconfortaba a la vez.
-¡Orale hijo de tu pinche madre! Es de toque rol”, le gritó El Cacay, al tiempo que le daba un zape por la espalda.
El transcurso de la mañana fue de risitas estúpidas, ojos rasgados y cargados de carmín. Se miraban unos a otros y esbozaban sonrisas huecas y relamían sus labios secos para ablandarlos, luego de la hoguera de cannabis que los doró toda la mañana hasta pasado el mediodía.
De los cuartos altos de la vecindad surgió un grito femenino.
-“!Pedro no vas a subir a comer!” ,
- “Sí, ya voy jefa, aguántame”, le respondió El Peri…
-“Yo ya me voy”, dijo El Camay y se pintó de colores.
-“Oye Pericocha me puedo quedar clavado en tu cama”, pidió de favor El Chín…
-“Chale, pu’s ya quédate güey, no hay pedo, yo bajo en un ratón nomás trago”.
-“Por ahí te traes un taco ¿no?”
-“Chale pinche chango gaviota”, dijo El Peri y salió.
El Chín Chún Chán, se tapó con una sábana percudida y se quedó jetón.
Luego de un rato sonaron varios plomazos en la parte baja de la vecindad y salieron corriendo como diablos dos cabrones. De momentos sólo algunos rostros se asomaron y luego salió todo el vecindario al patio.
En el cuarto del Pericocha se habían tronado al Chín… Quedó en la cama de su valedor desangrándose. Los Jarochos querían tronar al Pericocha, pues se los había llevado al baile con un guato de mota y eso, entre la broza se paga con la vida. Luego atoraron al Pedro y se fue a chingar un rato a Lecumberri de donde salió luego de unos años de hacer fajina y a la fecha sigue fumando café por el rumbo de San Bernabé.





El Dios-alcohol nos transporta a otras dimensiones y sólo pide en sacrificio una doncella-neurona

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ACABAN DE MATAR AL PERICOCHA EN MICHOACAN TENIA 28 AÑOS.........

Anónimo dijo...

ME GUSTARIA PLATICAR DE ESTO EL PERICOCHAS ES MI PRIMO Y ESTA VIVO caja unica ecatepec @ hot mail. com